viernes, 14 de febrero de 2014

El Amor como Motivación (Laboral)

En el último post (Las Emociones: La Clave del Éxito) escribí sobre dos de las aptitudes de la inteligencia emocional: autoconocimiento y autorregulación. Hoy desarrollaré la tercera: la Motivación.

El principal motor de la motivación laboral es el amor. Cuando amamos lo que hacemos, estamos motivados, disfrutamos cada momento, el tiempo transcurre deprisa y podemos trabajar horas sin parar. ¿El secreto? El amor... ese trabajo no nos aburre, no nos cansa, no nos agobia, simplemente nos APASIONA.

“Escoge un trabajo que ames y no tendrás que trabajar ni un solo día” (Confucio)

Como hoy es San Valentín y mi post se trata sobre motivación y amor, armé una cortita presentación interactiva relacionando ambos conceptos.


El siguiente "conjunto matemático" indica que el propósito que tienes en la vida profesional es la intersección entre lo que amas, lo que haces bien, lo que el mundo necesita y por lo que te van a pagar.


Pareciera muy sencillo… Pero la realidad nos demuestra, algunas causas por las cuales no podemos situarnos en esa área del gráfico: o nos pagan por hacer un trabajo que no nos gusta, o amamos hacer cosas que no nos reditúan, o somos buenos haciendo algo que no le sirve a nadie, entre otras.



¿Se sintió o se siente identificado con la siguiente imagen?
 


Creo que todos, alguna vez, nos hemos sentido así. O bien ejercemos una profesión que no nos gusta “para poder darnos nuestros gustos”. O bien, trabajamos de lo que queremos por un escaso sueldo.


¿Cómo puedes salir de esa encrucijada? Arriesgándote.


 Algunos consejos:


  • Busca hacer lo que amas. Si aún no sabes lo que es, prueba!
  • Realiza trabajos sociales o simplemente, ad-honorem.
  • Ayuda a un amigo en un emprendimiento.
  • Empieza trabajos que no sabes si te irán a gustar.
  • Estudia algo distinto.
  • Conoce lugares diferentes.
  • Rodéate de personas con gustos diversos.
  • Cuéntales que es lo que te apasiona (aunque no te dediques a eso)
Nadie mejor que Steve Jobs para explicarnos cuál es la clave…


Si actualmente no estás en la zona del propósito y tuvieras que elegir estar en un conjunto ¿en cuál preferirías situarte? Yo, hace no mucho tiempo, decidí comenzar por hacer lo que amo. Como me gustaba, estudié, practiqué y empecé a hacerlo cada vez mejor. “El mundo” se dio cuenta que necesitaba lo que yo amaba y sabía hacer y, de repente, empezaron a pagarme. Así fue mi historia con la docencia y pienso seguir ese mismo camino con otros trabajos que amo hacer.

 

Entonces… si actualmente, haces lo que no amas, te aconsejo salir de la zona de confort, porque solo así, con amor y valentía, podrás cumplir todas tus metas…
  
 

miércoles, 5 de febrero de 2014

Las Emociones: La Clave del Éxito

Existen estudios que indican que entre el 75 y el 96% de los casos, el coeficiente intelectual no puede indicar quién triunfará y quién fracasará en el ámbito profesional.

El desempeño de una persona en su carrera pareciera poco tener que ver con la definición de inteligencia que conocíamos. 


¿Por qué razón personas con alto coeficiente intelectual no logran el éxito laboral?

Por su bajo nivel de Inteligencia Emocional.

Según Goleman (1998), el término “inteligencia emocional” se refiere a la capacidad de reconocer nuestros propios sentimientos y los ajenos, de motivarnos y de manejar bien las emociones, en nosotros mismos y en nuestras relaciones. 

Entonces...

 ¿De qué depende el éxito profesional?

Del desarrollo de las cinco aptitudes propuestas por Goleman: autoconocimiento, autorregulación, motivación, empatía y habilidades sociales. En este post te explicaré las dos primeras a partir de la película “Locos de ira” (anger management).

El autocontrol emocional, que es parte de la autorregulación, se refiere a controlar las propias emociones. Implica poder elegir la forma de expresar los sentimientos sin reprimirlos o negarlos. Es el manejo de las emociones y sus impulsos.

En la película, debido a un incidente en un avión, Dave Buznik es sentenciado a terapia para el “control de la ira”. Sin duda, un bajo nivel de autocontrol, fue la razón principal por la cual la jueza lo declaró culpable de agresión física contra una azafata.

Sin embargo, Dave no opinaba lo mismo. Creía que todo había sido un mal entendido y que no era necesario asistir a la terapia grupal. Por esa razón, cuando descubre que el psicólogo, Buddy Rydell, había sido su compañero de vuelo el día del incidente, Dave intenta convencerlo de que firme sus papeles para que lo exima de la terapia. El Dr. pacta con él firmar la documentación siempre y cuando asista, aunque sea, a una sola sesión.

En esa primera terapia grupal, los compañeros de Dave comparten sus distintas historias sobre la ira. Estos ataques de furia tienen su explicación desde las neurociencias.

Estoy segura que si le preguntara a usted ahora mismo ¿Cuándo le conviene “explotar y gritar”?, probablemente me responda, “nunca”. Sin embargo, por más que lo piense y lo piense, muchas veces pareciera no tener control sobre su propio enojo (¿o esto no le ha ocurrido alguna vez?). La culpa de todo la tiene la amígdala (que no es precisamente una de las que está en nuestra garganta) sino que es una parte de nuestro sistema límbico o cerebro emocional.

La parte de nuestro cerebro racional (neocortex) se encarga de comprender, memorizar, decidir, planificar, aprender, entre otros.

¿Cuál es la relación razón-emoción?

Simple. La emoción interfiere con la razón y la razón modifica a la emoción.
 
  • Cuando la emoción interfiere con la razón:

La razón funciona correctamente siempre y cuando… el cerebro esté en calma.

Cuando estamos bajo presión, el cerebro se pone en un estado de alerta denominado “de ataque o huida” (es aquel que le permitía a nuestros antepasados, sobrevivir). En ese estado es susceptible a un “asalto de amígdala”. Esto se da cuando la emoción prevalece sobre la razón.

En la película, Dave sufre un asalto de amígdala cuando reacciona negativamente ante la insistente pregunta de Buddy sobre “¿Quién eres?”. Es por este motivo que el doctor le sugiere incrementar las horas de terapia, a través de la fundamentación de lo que se conoce como distintos tipos de ira incontrolable: la explosiva y la implosiva.

“El explosivo es el tipo que ves intimidando al cajero por no hacer válidos sus cupones. El implosivo es el cajero que permanece callado día tras día hasta que un día asesina a toda la tienda. Tu eres el cajero…” (Le explica el doctor a Dave).

Según Goleman (1998), la implosión emocional tiene varios inconvenientes: a menudo sus víctimas no toman ninguna medida para mejorar su situación. Es el caso de Dave cuando niega necesitar ayuda para mejorar su autocontrol: “No, no, no, no… Yo soy el que se esconde en la sección de comidas congeladas y llama a la policía, lo juro!!!!”

Cuando estallamos de ira, la emoción le gana a la razón. La bienintencionada frase de Desmond Tutu (Premio Nobel de la Paz en 1984) “No levantes la voz, mejora tu argumento” carece de validez en ese momento, ya que es imposible pensar cuando nuestra amígdala se apoderó de la situación. Entonces, al no poder encontrarle razones a nuestra emoción ni a nuestra reacción, nuestra acalorada discusión se torna aún peor...

Las hormonas que segregamos en ese momento permanecen durante horas en el cuerpo y cada incidente posterior añade más hormonas de estrés al nivel ya existente. Es por ello que el Dr. Buddy dice “es difícil hallar los estribos, después de perderlos”, ya que entramos en un círculo vicioso muy difícil de salir.

Una tensión se va sumando a otra y como nuestro cerebro no puede distinguir entre los problemas personales y laborales, terminamos estallando por cualquier pequeño inconveniente en cualquier lugar y con cualquier persona. He aquí la famosa: “gota que rebalsó el vaso”.
 
  • Cuando la razón modifica a la emoción:

Cuando estamos en un “estado de enojo” podríamos intentar distraer nuestros pensamientos, por ejemplo, cambiando nuestra percepción de lo que nos ocurre. (Lea mis post: Dos interpretaciones de la atención y Haz de tu vida una anécdota). Esto funciona solamente en niveles bajos de ira. Cuando la intensidad aumenta, sufrimos de incapacidad cognitiva (no podemos pensar), entonces deberíamos evitar llegar a ese ataque de furia.

El conocido “me sacaste de las casillas” hay que intentar evitarlo, ya que a partir de esa frase uno está haciendo responsable al otro de su reacción. Sirve de excusa, echarle la culpa al otro, pero lo mejor sería que tengamos el control de nuestras propias emociones. Reconocerlas no es tarea sencilla. Muchas veces se encuentran mezcladas y nos confunden. Esto ocurre, por ejemplo, cuando estamos preocupados por algo y terminamos enojándonos con alguien.

La buena noticia es que, se puede aprender a controlar la ira sin necesidad de asistir a la terapia poco convencional que propone la película.

Para ello…

Primero: tenemos que desarrollar el autoconocimiento. Esta aptitud, propuesta por Goleman, implica reconocer las emociones y sus efectos. Dave parece descubrirla al final de la película cuando dice “Yo era un hombre enojado, estaba enojado conmigo mismo…”

Segundo: tendríamos que reflexionar sobre cuáles son las consecuencias que trae esa emoción en nuestros actos y en nuestras relaciones. Existen casos en los que el enojo puede tener un efecto positivo en nuestra motivación (por ejemplo cuando se quiere corregir una injusticia). Pero este resultado es excepcional. En la mayoría de los casos, nuestro enojo nos trae consecuencias desastrosas.

El desafío ahora es tratar de vivir en equilibrio entre la razón y la emoción. Ni sufrir desbordes emocionales ni vivir una vida vacía, llena de nada…

Entonces…

Tratemos de evitar responsabilizar a otros por nuestras emociones

y tomemos las riendas de nuestra propia vida!

 
¿Te animas?